Como todas sabemos, para mantener una vida sana resulta imprescindible reducir el consumo de alimentos procesados. Y es que unos alimentos sanos y bajos en grasas nos ayudan a mantener la línea al mismo tiempo que mejoran nuestro estado anímico. Sin embargo, vivimos en un ambiente repleto de responsabilidades que nos generan mucha ansiedad a lo largo del día. Cuando los niveles de estrés, el cansancio y la falta de tiempo se convierten en parte de nuestra rutina, resulta muy fácil caer en la tentación de los alimentos procesados, ya que su preparación es más sencilla y rápida. A pesar de este inconveniente hay que evitar su consumo. Las papas fritas, las hamburguesas, las pizzas, las galletas, los dulces industriales, los refrescos azucarados etc., son alimentos nocivos para la salud. Por tanto, es hora de desterrarlos de nuestra alimentación.
¿Cuáles son los alimentos procesados?
Hay muchos alimentos que podemos considerar procesados. Para facilitaros un poquito las cosas, los hemos clasificado en los siguientes tres subgrupos:
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Alimentos poco procesados: vienen preparados de fábrica para que su consumo sea muy sencillo. Los más importantes dentro de este grupo son las verduras (lechuga, tomate, cebolla, pepinos, etc.) que viene cortadas y envasadas en bandejas. Otros productos similares son las cremas de verduras y sopas, las judías y garbanzos cocidos, las latas de conservas o el pescado ultracongelado.
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Alimentos procesados: se trata de productos listos para consumir pues han sido muy procesados. Por ejemplo, las patatas fritas, los embutidos, el fiambre, las galletas y los pasteles industriales.
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Alimentos muy procesados: estos son los alimentos que vienen listos para introducirse en el horno o el microondas. Por ejemplo: las pizzas, las patatas fritas congeladas, los nuggets, las croquetas congeladas, las mantequillas o los refrescos.
Efectos negativos de los alimentos procesados
Dependiendo de la cantidad y calidad de los alimentos que comamos así será nuestro estado físico. Y es que los alimentos procesados generar un impacto muy negativo en la salud. Entre los efectos adversos de comer procesados podemos resaltar:
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Aumento de la presión arterial: los alimentos procesados están cargados de azúcar, sodio y grasas saturas que aumentan la presión sanguíena. Con el paso del tiempo la probabilidad de contraer hipertensión se volverá muy real.
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Favorecen el aumento de peso: esto se debe a que los alimentos procesados disparan el desarrollo de las hormonas encargadas de la acumulación de grasas.
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Contribuyen a la diabetes: al contener grandes cantidades de hidratos de carbono simples y, junto a los efectos anteriores, los alimentos procesados están muy ligados al desarrollo de diabetes.
Tips para reducir el consumo de procesados
A continuación, os mostramos algunas recomendaciones para sustituir el consumo de alimentos procesados por otros más saludables.
1. Consumir más verduras: debéis incorporar a vuestra alimentación más cantidad de vegetales de hoja verte como la lechuga, las acelgas, las espinacas, la col y la rúcula. Una manera sencilla y cómoda de consumir las suficientes verduras se consigue por medio de las ensaladas. ¡Ojo!, estamos hablando de reducir los alimentos procesados, por tanto nada de ensaladas envasadas.
2. Primar las comidas caseras: evitar en la medida de lo posible las fabadas, cocidos y guisos industriales. Aunque a primera vista puedan parecer sanos, las etiquetas de estos preparados no incluyen los conservantes nocivos que tiene para nuestra salud. Por tanto, es muy importante que tratéis de comer platos caseros como el cocido, las lentejas o los estofados.
3. Evitar los edulcorantes industriales: a la hora de mantener la línea siempre se recomienda el consumo de edulcorantes en lugar de azúcar. Sin embargo, debemos intentar sustituirlos por edulcorantes naturales como el azúcar de caña, el azúcar de coco, la miel, el sirope de arce o la panela.
4. Productos frescos: incorporar a vuestra alimentación productos frescos – a ser posible de origen ecológico- que podáis tomar crudos como, por ejemplo, las almejas, los mejillones, las sardinas, el salmón, el pollo, el pavo o el atún. Si no es posible, al menos que las carnes provengan directamente de la carnicería y los mariscos y pescados de la pescadería.
5. Evitar consumir carnes procesadas: las carnes como el tocino, jamón, salchichas y chorizos se han relacionado con un mayor riesgo de cáncer. Además aumentan las probabilidades de contraer hipertensión y diabetes.
6. Granos enteros sobre procesados: echar mano de arroz, pasta y avena integrales en lugar del arroz, la pasta o el pan blanco. Estos últimos contienen muchas más calorías y azúcares, por lo que con ellos resulta fácil aumentar de peso.