Llevas meses haciendo dieta y los resultados están a la vista. En cuestión de semanas has bajado de peso, la ropa te queda mucho mejor y te sientes con más energía. Sin embargo, durante las últimas semanas de tú régimen has notado que ya no bajas como antes o directamente no pierdes peso. No te preocupes, esto es de lo más natural, alcanzaste la fase de meseta de una dieta de adelgazamiento. En otras palabras, te estancaste y ahora te resulta muy complicado eliminar las grasas. ¡Ojo!, que esto no te desanime, se trata de una prueba más que debes superar durante un plan de adelgazamiento. Para perder esos últimos kilos demás primero debes entender por qué te ha ocurrido esto. Presta mucha atención a este artículo y no renuncies a los hábitos saludables.
¿En qué consiste la fase de meseta de un plan de adelgazamiento?
Con el trascurrir de las semanas, quienes se encuentran dentro de un plan de adelgazamiento ven como cada vez les cuesta más bajar de peso. Este ritmo se reduce constantemente hasta que llega un punto en el que el peso se mantiene estable. No importa que hayamos seguido comiendo de manera saludable y yendo al gimnasio. Cuando ocurre este estancamiento, hablamos de la meseta. Esta fase es mucho más habitual de lo que creemos, la mayoría de quienes intentan perder peso deben pasar por ella. El problema está en que ante un fenómeno tan frustrante como éste mucho terminan desesperándose y abandonan los hábitos que han seguido hasta ese momento. Un grave error por su parte pues no solo no perderán más peso sino que probablemente recuperen rápidamente lo perdido (efecto rebote). Antes de tirar por la borda todo el sacrificio es conveniente saber que el estancamiento es un fenómeno originado por diferentes causas que podemos revertir.
Quizás, el principal motivo de este estancamiento se deba a que cuando comprobamos que hemos bajado bastante de peso tendemos a relajarnos. Efectivamente, una cerveza por aquí, una papas fritas por allá, comidas trampa los domingos, todos estos pequeños detalles son más importante de lo que imaginamos. Al cabo del día estos deslices pueden significar la diferencia entre seguir bajando de peso o quedarnos como estábamos. La ralentización del metabolismo es otra de las causas que nos impide seguir bajando de peso. Y es que a medida que bajamos de peso nuestro metabolismo gasta menos energía para llevar a cabo las funciones vitales (respirar, comer, dormir, etc). Por tanto, es necesario que reajustemos cada dos semanas la ingesta de caloría que consumimos a diario. Hay más motivos que pueden causar el estancamiento en nuestra dieta, sin embargo, los que más influyen en el resultado final son estos.
¿Y qué hago para continuar adelgazando?
En primer lugar, no abandones los hábitos saludables que has llevado hasta ese momento. Debes concienciarte de que de esa manera debes alimentarte siempre. Ahora bien, para revertir el fenómeno debes seguir estos pasos.
1.Registra lo que comes cada día: no es necesario que cuentes las calorías una por una con llevar un registro aproximado es suficiente. De este modo, sabrás si al cabo de una semana has consumido la cantidad adecuada para seguir bajando. Se estima que para perder medio kilo a la semana debe existir un déficit de 500 kcal al día. Calcula tu metabolismo basal y lo que quemas cada día, y hecha cuentas.
2.Descansa adecuadamente: dormir 8 horas al día es más importante de lo que una cree, tanto para su salud física como psíquica. Cuando estás descansada tienes más energía para hacer deporte (gastaras más en el gimnasio) y para hacer todos los ajustes pertinentes en tu dieta. Por ejemplo, al estar de mejor humor y con mayor fuerza cada día, tendrás ganas de preparar otras comidas con los mismo alimentos. Al comer platos distintos te sentirás más motivada para seguir con tu dieta que si siempre cocinas lo mismo.
3.No te saltes una comida: jamás te saltes una comida para intentar seguir bajando de peso. Con esto lo único que conseguirás es tener el efecto contrario, ya que tu metabolismo se ralentizara. En su lugar, debes fraccionar más la dieta aunque sigas comiendo la misma cantidad de comida. Según los nutricionistas se deben hacer entre 5 y 6 comidas a diario (desayuno, almuerzo, comida, merienda, cena y antes del entrenamiento). De esta forma, conseguimos que el metabolismo este siempre en marcha, lo que hará que gastemos más energía. Además no acumularás hambre que resulta fatal si quieres cuidar cuánto comes y qué comes.
4.Cambia tu entrenamiento: nuestro cuerpo es una máquina hecha para adaptarse a las circunstancias. Puede que al comienzo con 30 minutos de ejercicio diario ligero sea más que suficiente para perder peso. Sin embargo, con el paso de las semanas el cuerpo se acostumbra y para consumir las mismas energía necesita trabajar más. Por tanto, suma minutos a tu entrenamiento de forma progresiva para que tu metabolismo siga tan activo como siempre. ¡No dejes que una meseta en tu proceso de adelgazamiento te desmorone!