Acudes de manera regular al gimnasio o sales a caminar todos los días 60 minutos. En la oficina siempre llevas contigo un táper con verduras o carne blanca junto con una fruta para el postre. Has probado con todo tipo de dietas para bajar de peso: cetogenica, flexitariana, paleolítica, Atkins… Como bien sabes, hay infinidad de dietas y estrategias a seguir para perder esos quilos de más. Sin embargo, por mucho que te esfuerzas, no consigues tu objetivo de bajar de peso. Tu masa corporal sigue sin inmutarse, pese a todos los sacrificios que haces. Llegado a este punto, seguramente te estés preguntado, ¿qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no consigo perder los quilos que me sobran si hago dieta y practico deporte regularmente? Por norma general, para adelgazar basta con seguir una dieta hipocalórica y hacer un poquito de deporte. No obstante, también hay otras causas -generalmente, ignoradas por la población- que influyen en la perdida de peso. El estrés, el estilo de vida, la hidratación, el uso de medicamentos o el descanso, son factores que pueden frenar la perdida de peso. En este artículo, vamos a analizar los posibles motivos por los que no consigues perder esos kilos que te sobran.
El estrés es determinante a la hora de perder peso
La sociedad del siglo XXI es un mundo que vive en constante agitación. Las prisas por llegar a un punto de destino concreto, las obligaciones laborales, los turnos de trabajo extenuantes, los quehaceres del hogar, la familia…, repercuten de manera negativa en nuestro organismo. Tanto a nivel psicológico como físico. Algunas personas imaginan que vivir con ansiedad toda su vida les facilitará bajar de peso… Sin embargo, sucede justo lo contrario. El estrés es una de las principales causas por las que no puedes adelgazar. De hecho, el estrés crónico -es decir, prolongado durante mucho tiempo- suele producir en el organismo el efecto contrario: qué vayas subiendo de peso de manera progresiva a lo largo de los años. Esto sucede porque al estar estresado nuestro cuerpo libera más cortisol. El Cortisol es una hormona producida por la glándula suprarrenal que tiene como función aumentar el nivel de glucosa en el torrente sanguíneo, cuando el organismo está sometido a mucho estrés. Durante los episodios de estrés y ansiedad, el cortisol eleva sus niveles en la sangre. El aumento de esta hormona también genera un incremento de los niveles de insulina en la sangre. ¿Cuál es el resultado de este proceso? Pues que sentimos un mayor apetito por los alimentos ricos en azúcar y grasas, lo que significa que los consumiremos en mayor cantidad y estos acabarán por transformarse en grasa en la parte abdominal de nuestro cuerpo.
Los hábitos que te impiden adelgazar derivados del estrés crónico
Saltarse comidas: debido a las obligaciones laborales y a vivir constantemente con prisas, solemos saltarnos algunas comidas como, por ejemplo, el desayuno. Pese a que llegues unos minutos más tarde a la oficina o tengas que llevar a los niños al cole, has de evitar en la medida de lo posible saltarte las comidas. Cuando a tu organismo le falta el desayuno o la merienda, corres el riesgo de ingerir más de lo necesario en las siguientes comidas o picar entre horas. Aunque no lo creas, esto puede provocar que acabes consumiendo más calorías de las que tenías estipuladas al inicio del día.
Consumir comida “chatarra” o rápida: las personas que viven en constante agitación o están siempre estresadas, pocas veces se toman la molestia de pensar detenidamente lo que van a comer. Y mucho menos programan sus comidas de la semana. De hecho, suelen ir a lo fácil. Comen cualquier cosa preparada o procesada: papas fritas, refrescos, golosinas, helados, pizzas, hamburguesas… Pese a que trates siempre de comer de manera saludable, ten presente que si estás constantemente estresada, acabarás por comer en más de una ocasión este tipo de productos. Alimentos que pueden echar al traste tu idea de bajar de peso.
Dormir menos: el estrés puede provocar también problemas para dormir, lo cual dificulta la perdida de peso por los siguientes factores. Para empezar, la falta de sueño aumenta el apetito, ya que nuestro organismo libera menos “leptina” (hormona que inhibe el hambre). En segundo lugar, al dormir menos, el cuerpo libera otra hormona denominada “ghrelina”, cuya función es producir el efecto contrario: tendrás más apetito. Además, al dormir menos, puedes padecer el “síndrome del comedor nocturno” y atracar la nevera. Finalmente, dormir poco implica estar cansados al día siguiente. Esto significa que durante el día bajarás tu consumo energético, ya que estarás más cansada.
Principales motivos por los que no puedes adelgazar estando a dieta
No tienes paciencia: por norma general, el cambio a una dieta saludable e hipocalórica lo notamos rápidamente en nuestro peso corporal. Sin embargo, a veces no es así. Algunas personas tienen un metabolismo más lento, lo que significa que tardan más tiempo en perder peso. Por esta razón, es fundamental ser constantes. No puedes esperar perder 3 kilos en una semana u 8 en un mes. De hecho, lo más común es bajar entre 0,5 y 1 kilos a la semana o 4 al mes. Además, hay ciertas partes del cuerpo, como las caderas o las piernas, que se resisten a eliminar toda la grasa acumulada rápidamente.
No te hidratas correctamente: ¿cuántas veces has escuchado decir que es importante mantenerse bien hidratados? ¿Qué hay que beber al menos 2 litros de agua a diario? Muchas, ¿verdad? Sin embargo, sigues resistiéndote… Cuando tu organismo está deshidratado, la quema de grasas se reduce y hace acto de presencia la retención de líquidos. Ambos factores frenan tu perdida de peso. Por tanto, ¡bebe agua hasta estar totalmente hidratada!
No te esfuerzas lo suficiente en el gimnasio: cuando comienzas a ir al gimnasio, las rutinas suelen costarte mucho esfuerzo y consumen muchas calorías. Sin embargo, el cuerpo humano se adapta constantemente a los esfuerzos a los que le sometemos. Conforme van pasando las semanas, las rutinas iniciales ya no te resultaran un verdadero desafió. Obviamente, esto repercute a la hora de quemar calorías y eliminar grasas. Cambiar las rutinas, pasar más tiempo en el gimnasio o practicar otros deportes, acostumbrarán a tu cuerpo a fortalecerse de otra manera. Asimismo, mantendrás tu organismo siempre en estado de fatiga, lo cual implica que estarás siempre en un estado perpetuo de quema de calorías.
Debes tener cuidado con la medicación: también has de asegurarte de que los medicamentos que tomas para mejorar otros aspectos de tu salud no afectan a tu objetivo dietético. Por ejemplo, algunos antidepresivos, así como las pastillas para la diabetes o la hipertensión arterial, suelen perjudicar la perdida de peso.
Bebes alcohol en exceso: algunas personas no tienen en cuenta el aporte energético de las bebidas alcohólicas a la hora de contar las calorías de su plan dietético. Para ponerte en contexto, una lata de cerveza de 330 ml contiene alrededor de 130 kcal, una copa de vino de 100 ml (85 kcal) y un cubata de whiskey (150 kcal). Echa cuentas… Una noche de fiesta puede echar por tierra todo el trabajo de una semana. Además, el alcohol aumenta de manera significativa el apetito. Esto no quiere decir que no puedas beber nada de alcohol. Simplemente, hazlo con moderación.
Olvídate de las dietas milagro
En este último apartado hablaremos brevemente de las “dietas milagro”. Puede que, siguiendo nuestras recomendaciones, hayas logrado tus objetivos. ¡Enhorabuena! Sin embargo, de poco servirán si los has aplicado a las denominadas dietas milagrosas. Estos consejos están enfocados en dietas hipocalóricas saludables. Desde Dietarapidaysana te alertamos del peligro que conlleva adelgazar con las dietas de este tipo. Las dietas milagro- sí, las que te prometen perder muchos kilos en poco tiempo- son muy perjudiciales para tu salud: dañan el hígado, los riñones, el sistema cardíaco, producen carencia de vitaminas y minerales… Además, provocan el famoso ¡efecto reboté o yoyó!
Cuando tu cuerpo está sometido a un prolongado periodo de tiempo con falta de alimentos crónica o solo le permites consumir ciertos productos, es inevitable que aparezca la ansiedad por comer en demasía. Tras abandonar la dienta, no solo recuperarás lo perdido, sino bastantes quilos más. Los expertos en nutrición explican que, al someter al organismo a una fuerte restricción alimentaria y a una pérdida de peso muy rápida, este reacciona volviéndose ahorrador y economizando energía, es decir, se adapta a la escasez gastando menos calorías con el objetivo de no quedarse sin reservas. Al dejar la dieta restrictiva y volver a tu alimentación habitual, como tu cuerpo está en plan ahorrativo y gasta menos, es cuando se produce el «efecto rebote». Por otro lado, la mayor parte del peso perdido con estas dietas corresponde a agua y masa muscular. Lo que dará como resultado un cuerpo feo y fofo.