¿En qué consiste la ansiedad por la comida?


¿A menudo sientes el deseo de comer entre horas? ¿Te levantas a medianoche y asaltas la nevera? ¿Comes de forma impulsiva y en exceso? Cuando hablamos de ansiedad por comer nos referimos justo a este tipo de cosas. Un estado en el que la persona come sin tener hambre real para satisfacer “algo” que le perturba los pensamientos. Y es que cuando comemos nos olvidamos de los problemas que alteran nuestra mente por un tiempo. En definitiva, la persona que come por ansiedad lo hace para saciar algún tipo de necesidad emocional. Nunca física. Cada pocas horas, del sofá a la cocina y viceversa, te encuentras rebuscando por todas partes (neveras, armarios…) cualquier cosa que llevarte a la boca: frutos secos, golosinas, dulces, patatas fritas, chocolate, helado, algo de embutido… ¡Sin tener en cuenta las calorías ni el círculo vicioso en el que estás inmersa! De este modo, las personas que comen por ansiedad convierten un acto perjudicial para su salud (física y emocional) en algo rutinario.

Cuando comemos por ansiedad, nuestra calidad de vida va degenerándose de manera progresiva. El sujeto en cuestión entra en un círculo vicioso del que le es imposible salir. La persona come porque a corto plazo se siente mejor, ya que el acto de comer libera en nuestro cerebro neurotransmisores como la dopamina que nos hacen sentir placer. Sin embargo, cuando los niveles de dopamina se estabilizan, la persona vuelve a sentirse mal. La ansiedad regresa a su cuerpo y mente. ¿Por qué? Pues porque el motivo de la ansiedad no tienen nada que ver con la comida, sino con otros factores que veremos más adelante. Para volver a mitigar la ansiedad comemos más y más. Finalmente, entramos en una espiral u bucle del que es muy complicado salir. Es fundamental ser conscientes de que la ansiedad por comer es algo pasajero que debemos ser capaces de controlar para que esta no afecte a nuestra calidad de vida.

¿Por qué sentimos ansiedad por la comida?


Hay muchos factores que puedes desencadenar la ansiedad por la comida. Los más comunes son:

-Falta de autoestima: tener la autoestima baja o ser demasiado exigentes consigo mismos es uno de los principales detonantes de la ansiedad por la comida o hambre emocional. Cuando nos criticamos a nosotros mismo continuamente, ya sea por nuestro aspecto físico, por nuestra personalidad o por los errores que cometemos, lo habitual es que la ansiedad aflore por cada poro de nuestra piel. Cuando estamos inquietos o intranquilos, la comida se convierte en nuestro salvoconducto. A través de los alimentos intentamos apaciguar esa voz interior que nos critica a todas horas.

– Demasiado estrés: nuestro cuerpo está diseñado para vivir momentos de estrés de forma limitada. No podemos someterle a periodos prolongados de trabajo, ya que lo agotamos mental y físicamente. De hecho, cuando sucede esto, nuestro organismo libera la hormona del cortisol (la encargada de lidiar con el estrés) en cantidades excesivas. Al liberar demasiado cortisol, nuestra mente lo interpreta como un peligro al que hay que hacer frente. Por tanto, la ansiedad hará acto de presencia. Como con la falta de autoestima, trataremos de mitigar la ansiedad derivada del estrés con la comida.

– Problemas para relacionarse con los demás: las personas tímidas o las que tienen dificultades para mostrar sus sentimientos a los demás – especialmente, a sus seres queridos – también tienden a desarrollar ansiedad. El sujeto piensa que no se le valora cómo es debido o que nadie es capaz de ofrecerle lo que espera. De esta manera, interpreta su entorno como algo hostil. Nuestro organismo reacciona a través de la ansiedad frente a cualquier situación adversa. Por lo tanto, recurrimos de nuevo a la comida para evitar la ansiedad. Como no somos capaces de enfrentarnos a los conflictos con las personas de nuestro alrededor, comemos para evitar la ansiedad.

¿Cómo evitar el ansia por comer?


Trucos para evitar el ansia por comer.

En el siguiente apartado te mostramos 10 fantásticos consejos para que evites comer por ansiedad. ¡Allá van!

a) Busca otros estímulos: trata de buscar otras cosas que te llenen. Tienes que convertir esa energía negativa derivada de la ansiedad en positiva, pero no a través de la comida. Por ejemplo, sal a pasear, queda con los amigos, lee un libro, ve al cine, escucha música…

b) Hidratación: muchas veces confundimos el hambre con la sed. Por ello, es fundamental que siempre te mantengas bien hidratada. Bebe al menos 2 litros de agua al día, toma infusiones, té… Por otra parte, evita consumir café, ya que es un estimulante del sistema nervioso central y puede aumentar la ansiedad.

c) Entrena tu fuerza de voluntad: reconoce cuáles son las horas o momentos del día en los que sientes más ansiedad. Cuando los identifiques, en lugar de ir a la nevera busca alternativas más saludables. Recuerda que comer por ansiedad es un hábito muy perjudicial para tu salud.

d) Relajate antes de comer: para evitar los atracones es importante estar relajada antes de comer. Haz actividades como meditar, el yoga o el control de la respiración, antes de ir a la nevera. Muchas veces, comemos de mala manera porque venimos estresados del trabajo. A la hora de sentarse en la mesa, es primordial que lo hagamos tranquilos, sin prisas, tomándonos el tiempo necesario.

e) Limita el consumo de azúcares: el azúcar crea adicción y, por tanto, hará que sientas más ansiedad por comer ciertos alimentos. Es importante que limites el consumo de productos con alto contenido en azúcar, como por ejemplo: refrescos azucarados, cereales para el desayuno, bollería industrial, chocolates o golosinas.

f) Distribuye las comidas: en lugar de comer tres veces al día (desayuno, comida y cena) hazlo cinco (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena). De esta manera, evitarás pasar hambre. Sentirse saciada hará que evites comer de manera emocional.

g) Duerme bien: cuando nuestro cuerpo no descansa lo suficiente, experimenta ciertos desequilibrios hormonales que, entre otras cosas, alteran las sensaciones de hambre y ansiedad. Este cambio puede provocar que comamos más de lo necesario. Además, la falta de sueño afecta negativamente a nuestro estado de ánimo. Por lo tanto, es muy probable que eches mano de la comida para mejorar tu estado anímico.

h) Evita las dietas demasiado estrictas: las dietas demasiado restrictivas se caracterizan por prohibir una gran cantidad de alimentos, así como por la toma de porciones muy pequeñas. Es fundamental, para evitar la ansiedad por la comida, no privarse por completo de algunos alimentos ni comer muy poco. La prohibición y la escasez en las porciones son detonantes muy comunes de la ansiedad por la comida. De hecho, la mayoría de los atracones se producen por estos dos motivos. Lo ideal es controlar cantidades y aprender cuando toca y no toca comer estos alimentos en cuestión, antes que restringir su consumo.

i) Cuidado con las tentaciones: no tengas en casa esos alimentos no adecuados, ya que es la mejor manera de no caer en la tentación de comerlos. Lo ideal es dejarlos para ocasiones especiales como cenas fuera de casa, cumpleaños…

j) Haz deporte: la práctica regular de ejercicio físico te ayudará a combatir la ansiedad. Cuando hacemos deporte, nuestro organismo libera dopamina y serotonina, neurotransmisores que mejorar el ánimo. Además, el ejercicio físico te permitirá tener un aspecto mejor. Por lo tanto, tendrás más motivos para no comer en exceso.

Combate la ansiedad por comer con la ayuda de un nutricionista


Aunque los consejos que te acabamos de mostrar te servirán para evitar comer por ansiedad, nunca está de más echar mano de los especialistas en nutrición. Un nutricionista puede ayudarte a combatir el hambre emocional por los siguientes motivos:

– Al tratarse de un experto en alimentación, tienen mucho conocimiento acerca de la ansiedad por la comida. Además, cuenta con la colaboración de psicólogos a los que podrá derivarte cuando lo crea conveniente.

– Sabrá elaborar una dieta sana y equilibrada específicamente para ti. Un plan de alimentación donde no sé restringa ningún alimento.

– Seguimiento continuo. Los nutricionistas estarán al tanto de tus hábitos de alimentación continuamente. Cuando más controlada estés, menos probabilidades tendrás de comer de manera impulsiva.

Con las recomendaciones que acabas de leer en este artículo puedes controlar la ansiedad por la comida. Sin embargo, hay casos en los que la fuerza de voluntad para poner en práctica estos consejos no nos alcanza. Cuando suceda esto, es fundamental acudir a un nutricionista o, si fuera necesario, a un psicólogo que monitorice y nos ayude a controlar este estado.