Dieta disociada: historia y principios en los que se fundamenta


Como una de las denominadas “dietas milagro”, durante los últimos años, la dieta disociada ha ganado mucha popularidad entre las personas que desean quitarse esos kilos demás. Sin embargo, debemos saber que este plan dietético no es ahora, sino que lleva diseñado y puesto en práctica desde hace más de cien años. Concretamente, los orígenes de la dieta disociada datan del año 1911, cuando tras diversas investigaciones fue experimentado por William Hay. Licenciado en Medicina por la Universidad de Nueva York, este doctor norteamericano tuvo la mala fortuna de desarrollar la enfermedad de Bright, una patología que impide la filtración de la sangre a través del riñón. Ante tal circunstancia, Hay tomo la decisión de modificar sus patrones de alimentación y analizar si esta variación tendría consecuencias positivas para su salud. Según el diplomado en Medicina, determinados alimentos no deben combinarse, como es el caso de los carbohidratos y las proteínas, ya que el organismo no tiene la capacidad de digerirlos a la vez de manera adecuada. Asimismo, también afirmaba que tal mezcla de alimentos tenía efectos perjudiciales para la salud, ya que las proteínas se pudren y las féculas fermentan provocando molestias por ardor, hinchazón y gases.

La tesis de William Hay se sostiene en que cada grupo de alimentos necesita un espacio de tiempo distinto para ser absorbidos por el cuerpo. Además, afirmaba que cada uno de estos grupos requiere de enzimas diferentes para la digestión. Para el doctor, la mezcla de los alimentos se queda en tierra de nadie y no favorece a ningún grupo de alimentos, lo que a su vez se ve reflejado en un aumento de peso o en la dificultad para adelgazar. Con el paso de las décadas, el plan dietético diseñado por Hay fue agregando nuevos elementos. Quizás, una de las más incorporaciones más célebres fue la de Herbert McGolfin Shelton allá por 1951: el consumo de frutas tiene que hacerse exclusivamente con el estómago vacío, ya que fermenta. O lo que es lo mismo, la fruta no debe ser vista como el postre que tomamos tras el plato principal. No obstante, los especialistas en nutrición han reiterado en infinidad de ocasiones que esta premisa no se sustenta en ningún fundamento científico. Shelton también insistía en evitar o, al menos, limitar el consumo de productos lácteos y azúcar. La última gran novedad que sumo la dieta disociada fue en 1968, cuando el médico francés, Albert Antoine, hizo su particular aportación. El doctor francés llevó a un nivel aún más extremo a la dieta disociada, ya que planteo la idea de ingerir un solo tipo de alimento a lo largo del día. Por ejemplo, el lunes, pescado; el martes, carne; el miércoles, fruta; y así hasta completar todos los días de la semana. Según Antoine, siguiendo este hábito de alimentación se pueden perder entre 3 y 4 kilos por semana.

Historia de la Dieta Disociada.

Aunque esta tesis pueda ser verídica, lo cierto es que los especialistas en nutrición sostienen que puede tener efectos muy perjudiciales para el organismo. Comer un solo tipo de alimento cada día suele provocar grandes carencias nutricionales. En definitiva, la dieta disociada es un plan de alimentación que se basa en la no combinación de determinados grupos alimentos durante una misma ingesta. En particular, hay que evitar mezclar en una misma comida los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. La tesis en la que se sostiene esta dieta es que el organismo absorbe los alimentos de forma más eficaz, cuando se ingieren estos grupos de alimentos de manera separada. Por lo tanto, el proceso de digestión es más eficiente y la reducción del peso es más sencilla. Sin embargo, dado que no tiene una base científica clara y que es muy restrictiva, la dieta disociada no es recomendable. Dicho lo cual, si aun así queréis probar suerte con ella, sigamos analizándola.

¿Cómo poner en práctica la dieta disociada?


-No se pueden mezclar los hidratos de carbono con las proteínas: en una misma ingesta. La dieta disociada se basa en que la combinación de estos dos grupos de alimentos dificultad el proceso de digestión. Por lo tanto, una misma comida no puede incluir proteínas (carnes, pescados, mariscos, huevos o lácteos) y productos con alto contenido en carbohidratos (arroz, avena, trigo, centeno, harinas refinadas, pasta, garbanzos, alubias, lentejas, patata, castaña, ñame, mandioca, plátano…). Esto implica decir adiós a ciertos hábitos muy anclados en la cocina occidental, como es el caso del cocido, el guiso de lentejas, la fabada o el potaje.

-La fruta, exclusivamente, con el estómago vació: y, sobre todo, bajo ningún concepto tomarla al final de las comidas como postre. La digestión de los azúcares simples o de absorción rápida que se encuentra en la fruta perjudica al organismo, si este ya ha activado sus recursos para asimilar otros grupos de alimentos como las proteínas. Las mejores frutas para adelgazar incluyen: manzana, fresa, kiwi, pomelo, sandía, papaya, pera, limón, piña, melón y uva.

-Los lácteos y sus derivados siempre solos: o, de manera ocasional, junto a la fruta y la verdura. Obviamente, esto significa que no se pueden combinar el queso y el pan. Para maximizar los resultados, se recomiendan consumir lácteos sin o con escaso contenido en grasa: leche descremada, leche semidescremada, yogur descremado, yogur griego, requesón, queso de Burgos, Feta, Ricotta o Cottage.

-Abstenerse de combinar las grasas con proteínas: los platos no pueden incluir la mezcla de grasas (aceite de oliva, aceite de girasol, mantequilla, frutos secos…) con proteínas y pescados cocinados o sin cocinar.

-Verduras y hortalizas: tenemos una buena noticia, ¡estos alimentos se pueden combinar con todo salvo la fruta! Las verduras y hortalizas con mayor contenido en fibra y agua, así como con menor cantidad de calorías; y, por tanto, las más eficaces para bajar de peso son: cebolla, espárrago, endivia, acelga, zanahoria, tomate, lechuga, calabacín, apio, puerro, alcachofa, espina, brócoli y champiñón.

-Dejar el tiempo necesario para hacer la digestión correctamente: se recomienda no ingerir nada hasta que hayan transcurrido 4 horas después de una comida con proteínas. En el caso las grasas, tienen que haber pasado seis o siete horas.

-Evitar las bebidas alcohólicas, los refrescos y el café: la dieta disociada solo permite el agua, el té y las infusiones como método de hidratación.

Respeto a en qué momento del día tomar cada uno de los grupos de alimentos, la dieta disociada sugiere lo siguiente:

-Carbohidratos: durante el desayuno o en la comida del medio día.

-Proteínas: durante la cena.

-Grasas: preferiblemente, por la mañana o al medio día.

-Fruta: como se tienen que ingerir separada del resto de comidas principales, lo ideal es comerla a media mañana o en la merienda.

¿Cuáles son los beneficios de la dieta disociada?


Dado que este plan dietético no tiene una base científica lo suficientemente probada, no podemos garantizar que tenga efectos positivos para la salud del organismo. Sin embargo, tras años de su puesta en práctica, muchas personas reportaron los siguientes beneficios de la dieta disociada:

Ayuda a bajar de peso rápidamente: la dieta disociada restringe la mezcla de alimentos en una misma comida. Por ende, esto suele provocar que la cantidad de calorías consumidas en cada ingesta sea inferior. Esto puede maximizar la pérdida de peso. Además, al centrarse en productos frescos o de temporada como frutas y verduras; se incrementa el consumo de fibra y nutrientes esenciales que contribuyen a una alimentación sana y balanceada.

Fomenta un buen hábito de alimentación: este plan nutricional exige a quienes lo ponen en práctica un mayor grado de concienciación acerca de lo que están comiendo. Por lo tanto, aprenden mejor a seleccionar los productos. La dieta disociada suele ayudar a evitar o limitar el consumo de alimentos procesados, ultraprocesados o con alto contenido en calorías.

Favorece la ingesta de fruta y verdura: estos alimentos contienen muy pocas calorías. Además, tienen mucha fibra -que favorece la digestión y el tránsito intestinal- y agua. Es decir, son productos ideales en cualquier plan nutricional que tiene como objetivo la pérdida de peso. La dieta disociada fomenta la toma regular de frutas y verduras.

Mejora el proceso de digestión: generalmente, la dieta disociada está estrechamente relacionada con la mejora de la digestión. Esto se debe a que, al evitar la mezcla de comidas con mucha grasa o hidratos de carbono procesados, las molestias disminuyen (gases, dolor abdominal, hinchazón…).

¿Cuáles son las desventajas o riesgos de la dieta disociada?


Apenas tiene respaldo científico: la dieta disociada es muy controvertida porque no hay ningún estudio científico que la respalde. Los seres humanos hemos evolucionado durante miles de años para que nuestro organismo sea capaz de procesar todas las clases de alimentos de forma combinada. Además, no hay pruebas concluyentes que afirmen que la división de los alimentos por categorías favorezca la disminución del peso o ayude a la digestión.

Posibles carencias o desequilibrios nutricionales: al seguir estrictamente las reglas de la dieta, es posible que en algunos casos se restrinjan de manera inadvertida el consumo de ciertos grupos de alimentos esenciales, lo que podría llevar a deficiencias nutricionales a largo plazo. Por ejemplo, combinar carbohidratos con proteínas en una comida puede ser necesario para obtener una mezcla equilibrada de aminoácidos y energía.

Muy complicada de seguir a largo plazo: como muchas dietas restrictivas, la dieta disociada puede ser difícil de mantener a largo plazo. Las reglas estrictas sobre las combinaciones de alimentos pueden hacer que las comidas fuera de casa, las reuniones sociales o las comidas rápidas sean un verdadero desafío.

Dieta disociada: menú semanal de tres comidas al día para adelgazar


LUNES

Desayuno: 1 pieza de fruta fresca (manzana o pera) y una infusión de té verde.

Almuerzo: ensalada de pollo con espinacas, aguacate y aceite de oliva.

Cena: verduras asadas (berenjena, calabacín) con arroz integral

MARTES

Desayuno: un batido de frutas con leche de almendra.

Almuerzo: guiso de lentejas con verduras (zanahorias, cebolla, apio).

Cena: salmón a la plancha con ensalada de rúcula y tomate.

MIÉRCOLES

Desayuno: 2 piezas de fruta fresca + un puñado de nueces peleadas.

Almuerzo: filete de ternera con espárragos al vapor.

Cena: ensalada de quinoa con pepino, pimiento y aceite de oliva.

Menú dieta disociada

JUEVES

Desayuno: zumo de naranja natural.

Almuerzo: pechuga de pavo con ensalada de rúcula y aguacate.

Cena: sopa de verduras y arroz.

VIERNES

Desayuno: 2 rebanas de pan integral con mantequilla.

Almuerzo: pasta con vegetales salteados y champiñones.

Cena: bacalao a la plancha con brócoli al vapor.

SÁBADO

Desayuno: yogur con frutas.

Almuerzo: pollo asado con calabacín y espinacas salteadas.

Cena: verduras asadas con patata.

DOMINGO

Desayuno: fruta y té de menta.

Almuerzo: 1 bisteck picado en tiras con ensalada de lechuga, zanahoria, tomates cherry y pimentón amarillo.

Cena: ensalada fría de pasta (pequeña) con guisantes, pimentón rojo, cebollín, albahaca, eneldo y perejil.

La dieta disociada puede ser muy tentadora, ya que es un plan dietético que permite bajar mucho peso en un corto espacio de tiempo (hasta 3 o 4 kg en tan solo una semana). Sin embargo, como se trata de una dieta “milagro”, es necesario abordarla con un poco sentido común. No se recomienda seguir esta dieta a largo plazo. Es una plan nutricional tan estricto y carente de equilibrio que puede ser perjudicar al cuerpo más allá de una o dos semanas.