¿Qué es un trastorno de alimentación?
Los trastornos alimentarios comprenden varias afecciones severas que dañan de forma significativa la salud física y mental. Estas patologías se caracterizan por modos equivocados de pensar en todo lo que respecta a la alimentación, el peso corporal y el aspecto físico. Los trastornos de alimentación tienen que tratarse lo antes posible, puesto que llegan a convertirse en un problema crónico que puede desembocar en la muerte. Las enfermedades causadas por trastornos alimentarios más comunes son la anorexia, la bulimia, el trastorno alimentario compulsivo, el síndrome de rumiación y la ortorexia. Se estima que en España alrededor de medio millón de personas sufre algún tipo de trastorno alimentario, con una prevalencia mucho mayor entre los jóvenes de entre 12 y 24 años de edad. Los trastornos de alimentación tienen un impacto físico significativo en quienes los padecen: pérdida de la masa muscular, osteoporosis, mayores probabilidades de desarrollar enfermedades del corazón, presión arterial irregular, complicaciones en el crecimiento… También están estrechamente ligados al desarrollo de patologías psíquicas como la ansiedad, la depresión, irritabilidad o el insomnio. En este post, veremos los tipos de trastornos de alimentación más recurrentes, sus síntomas, los efectos que provocan en la salud de quienes los sufren y la manera de prevenirlos.
Principales clases de trastornos de alimentación
Anorexia nerviosa: quienes padecen este trastorno de conducta alimentaria experimentar un miedo irracional al aumento de peso, rechazan rotundamente el mantenimiento de un peso corporal y tienen una imagen de su cuerpo totalmente distorsionada. Las personas con anorexia nerviosa ingieren muchísimas menos calorías, nutrientes y vitaminas de los que su organismo necesita. Por esta razón, las personas con anorexia suelen presentar un aspecto total de desnutrición, llegando incluso a la delgadez extrema. Sin embargo, por su propia enfermedad, estos individuos siguen viéndose “gordos y gordas” frente al espejo.
Bulimia nerviosa: las personas con bulimia tienden a cometer atracones de comida de manera regular. Por ejemplo, una vez al día, cada varios días o una vez por semana. Durante los atracones, el individuo puede llegar a ingerir todas las calorías que su cuerpo necesita a diario en una sola toma. A veces, incluso el exceso es mucho mayor. Los atracones vienen acompañados de periodos donde se trata de compensar los excesos con conductas inapropiadas: provocación de vómitos, laxantes, diuréticos, ayuno por periodos excesivos, etc. Dadas sus características, la bulimia no tiene por qué conllevar la perdida de peso. Por lo tanto, es una afección mucho más difícil de identificar que la anorexia.
Trastorno de rumiación: también denominado como síndrome de rumiación. Esta patología se caracteriza porque la persona regurgita los alimentos parcial o totalmente digeridos sin causa que lo justifique. Algunos individuos vuelven a tragarse la comida regurgitada para después volver a esculpirla. Las personas con esta patología son incapaces de alcanzar un peso normal para su edad, ya que no ingieren la cantidad suficiente de energía, nutrientes y vitaminas que su cuerpo requiere. A diferencia de otras enfermedades alimentarias, la persona con trastorno de rumiación regurgitan los alimentos de manera no intencionada.
Trastorno alimentario compulsivo: es una patología bastante similar a la bulimia. Las personas con trastorno alimentario compulsivo también cometen atracones de forma regular que les llevan a perder el control. Sin embargo, a diferencia de la bulimia, quienes lo padecen no tratan de compensar los atracones con comportamiento inapropiados. Lo habitual es que los atracones se cometan al menos una o dos veces por semana, provocando un sentimiento de culpa muy fuerte en el individuo. Es un ciclo repetitivo: se comete el atracón y la persona aumenta de peso. El aumento de peso genera malestar. Ese sentimiento de culpabilidad la lleva a volver a excederse con la comida. Vuelve a subir de peso. Y así una y otra vez. Finalmente, el individuo presenta un aumento de peso corporal evidente. Por tanto, es una enfermedad fácil de identificar.
Ortorexia: los individuos que presenta esta afección están obsesionados por comer alimentos saludables o ecológicos. Aunque lo hacen por comer saludablemente, lo cierto es que llegan a cometer conductas patológicas e inapropiada como: restricción total de determinados alimentos, excesiva preocupación por la elaboración de las comidas, planificación de los platos durante horas, prevalencia de la alimentación sobre cualquier otro ámbito de la vida (familia, amigos, trabajo…), etc.
¿Cómo reconocer a una persona con trastornos de alimentación?
Los trastornos de alimentación no aparecen de la noche a la mañana. Estas patologías se desarrollan lenta y progresivamente, lo que las hace difíciles de detectar a tiempo. De hecho, los trastornos de conducta alimentaria pasan desapercibidos durante meses para la mayoría de los individuos cercanos a la persona que los padece. Además, esta persona trata siempre de ocultarlos y no solicita ayuda. Por este motivo, el rol familiar se vuelve imprescindible para que la persona afectada pueda recibir un tratamiento personalizado que le permita mejorar su estado físico y mental. A continuación, exponemos las señales más evidentes de alarma que nos indican que estamos frente a una persona con algún tipo de trastorno de alimentación:
a) La persona se salta a menudo las comidas: al preguntarle los motivos por los que no quiere comer, la persona responde excusándose en que ya ha comido o que comerá más tarde.
b)No suele comer delante de otras personas: casi siempre lo hace sin que la vean y, cuando lo hace, come muy lentamente.
c) Está a dieta de manera constante: y pasa muchas horas diarias pensando en su peso corporal. Además, evitan hablar de todo lo que tenga que ver con su alimentación.
d) Rechaza su apariencia física: suele vestir con ropa holgada para no mostrar la forma de su cuerpo. Además, evita actividades que impliquen exponer su cuerpo. Por ejemplo, ir a la piscina o a la playa.
e) Va al baño justo después de las comidas: por lo general, para provocarse el vómito. Padece enfermedades recurrentes con las que se excusa para no comer. Toma diuréticos y laxantes en exceso.
f) Pierde el apetito con facilidad: desmenuza los alimentos y da vuelta a las comidas sin metérselos en la boca. Evita alimentos como los carbohidratos o las grasas constantemente.
g) Cambios frecuentes en su estado de ánimo: falta de comunicación con las personas del ámbito familiar, pasa periodos largos de tiempo en soledad, cambios bruscos de humor, disminución del interés social. Dedica muchas horas a investigar en Internet blogs sobre nutrición y fisonomía humana. Ansiedad, irritabilidad, cansancio, etc.
h) Perdida o aumento del peso corporal: fluctuaciones en su peso muy grandes en periodos cortos de tiempo. Estos cambios en su peso suelen venir acompañados con dolores, problemas para digerir los alimentos y sensaciones de mareo y desmayo.
Efectos negativos en la salud por trastornos alimentarios
Las personas que sufren esta clase de patologías exponen a graves problemas a su cuerpo. Tanto desde un punto de vista físico como psicológico. Los casos más severos de trastornos de alimentación pueden llegar a ser mortales. Algunas consecuencias negativas para la salud de quienes experimentan estas enfermedades incluyen:
a) Problemas de corazón y presión arterial: ritmo irregular de los latidos, disminución del ritmo cardíaco y la presión arterial, lo que aumenta las probabilidades de sufrir una ataque al corazón. Aumento del colesterol.
b) Disminución de la masa muscular: lo que provoca a su vez debilidad muscular y reducción del metabolismo basal (que a su vez conlleva más facilidad para subir de peso).
c) Pérdida de calcio y osteoporosis: reducir en el tamaño y la resistencia de los huesos.
d) Disminución de la masa muscular: lo que provoca a su vez debilidad muscular y reducción del metabolismo basal (que a su vez conlleva más facilidad para subir de peso)
e) Deshidratación severa: que a su vez produce mareos, fatiga y fallo en de los riñones.
f) Problemas estomacales severos: inflamación del esófago, movimientos irregulares de los intestinos, úlceras estomacales, etc.
g) Patologías psíquicas graves: ansiedad, irritabilidad, depresión, insomnio, ciclotimia (cambios bruscos de humor), etc.
h) Fallas en el crecimiento: del individuo.
i) Desarrollo de adicciones: la persona que padece un trastorno de alimentación puede acudir incurrir en el consumo excesivo de alcohol, tabaco o drogas.
j) Otros: afecciones de la vesícula, pérdida del cabello y de las uñas.
¿Cómo evitar el desarrollo de trastornos alimenticios?
La prevención para este tipo de trastornos tiene un enfoque multidimensional, es decir, que implica abordar diversos factores de riesgo, tanto a nivel individual como social. Dentro de las estrategias que pueden ayudar a prevenir los trastornos de conducta alimentaria, están:
Proporcionar un buen ejemplo a seguir: prevenir el trastorno de conducta alimentaria es un proceso que debe iniciarse desde la infancia. En este sentido, los padres deben inculcarle a sus hijos un entorno adecuado que les proporcione patrones de alimentación correctos. Asimismo, los padres también deben ser un ejemplo a seguir. Por ejemplo, mostrando a sus hijos los efectos positivos para la salud que implica la alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico con regularidad.
Enseñar a aceptarse a uno mismo: es fundamental mostrar a los niños que su apariencia física no es lo importante. Que cada persona es diferente y justo eso es lo que la hace especia. Esta es la mejor forma de que los niños y adolescentes acepten tal y como son.
Evitar la influencia de los medios de comunicación: los medios de comunicación y, especialmente, las redes sociales son los principales causantes del desarrollo de trastornos de alimentación. Nos muestran estereotipos sobre el aspecto físico que no se ajustan a la realidad: cuerpos atléticos, extremadamente delgados… Además, tratan de inculcarnos que lo que de verdad importa es la apariencia física sobre todo lo demás. Por lo tanto, hay que mantener alejados a los niños de los medios y redes que tratan de establecer en su mente una imagen corporal poco realista.
Educación alimentaria sana y equilibrada: educar a los pequeños de la casa con pautas de alimentación sanas y equilibradas es un aspecto importantísimo. Los padres deben enseñar a los niños patrones saludables de alimentación como: no saltarse las comidas, comer de forma variada, ingerir alimentos con alto valor nutricional y vitamínico o limitar los alimentos procesados o con muchos azúcares. Además, practicar deporte a diario y respetar los horarios de descanso.
Ayudar a construir la autoestima: la autoestima es muy importante para no caer en ninguno de estos trastorno. Como ya hemos comentado, ¡debemos enseñar a los niños a quererse tal y como son!
Trastornos de alimentación como la anorexia o la bulimia tienen un impacto significativo en la salud física y psíquica de la persona que los sufre, pero también en sus círculos familiares y de amistad. La familia es un elemento fundamental a la hora de prevenir este tipo de enfermedades, ya que es la encargada de infundir hábitos saludables de alimentación y fomentar el ejercicio y un estilo de vida sano. Lo más importante para prevenir la aparición de estos trastornos es establecer una relación saludable con la comida, tener una imagen corporal positiva, buena autoestima, capacidad para gestionar las emociones y habilidades sociales.