Algunos alimentos pueden hacernos sentir… indispuestos, digamos. A este fenómeno se le denomina intolerancia alimentaria, y afecta alrededor del 20% de la población mundial. Los síntomas de la intolerancia alimentaria incluyen vómitos, flatulencias, retortijones, dolor abdominal, cólico, irritabilidad y dolor de cabeza. ¿Alguna vez has padecido alguna de estas molestias mientras estabas comiendo? Quizás, tu organismo no pueda tolerar ciertos alimentos. No hay nadie mejor que un médico para determinar si eres intolerante a ciertos alimentos, pero con este artículo podrás tener una idea aproximada de lo que en realidad te sucede. A lo largo del texto, te mostraremos en qué consisten las intolerancias alimentarias, sus diferencias con las reacciones alérgicas a ciertos alimentos, las clases de intolerancias, sus síntomas y posibles tratamientos.

¿Qué son las intolerancias alimentarias?


Las intolerancias alimentarias tienen su origen en la falta de una enzima responsable de sintetizar los alimentos en el organismo. Cuando sucede esto, nuestro cuerpo no puedo realizar correctamente la digestión. ¿Has escuchado hablar de la intolerancia a la lactosa o de las personas celiacas? Probablemente, sí, ya que se trata de dolencias que afectan a un porcentaje importante de la población. En España se estima que alrededor del 15-40% de los adultos padecen intolerancia a la lactosa y 2% son celiacos (intolerancia al gluten). No obstante, es importante que conozcas que existen otras intolerancias alimentarias que te mostraré más adelante. Antes de entrar en detalle, es fundamental que aprendas a diferencias entre intolerancia alimentaria y alergia alimentaria. Aunque ambas suelen presentar algunos síntomas similares, no son lo mismo. Estos son los rasgos identificativos de cada una de ellas:

Intolerancia a los alimentos: las personas que la padecen no pueden metabolizar determinados alimentos por la falta de una encima en particular. Las consecuencias de una mala digestión por intolerancia a ciertos alimentos incluyen: náuseas, vómitos, gases, ardor de estómago, retortijones, diarrea, dolor en la zona abdominal, mal humor y cefalea.

Alergia a los alimentos: las personas que tienen reacciones alérgicas a determinados alimentos presentan un funcionamiento defectuoso en su sistema inmunitario. Su sistema inmunitario interpreta que algunos alimentos son invasores del organismo. Esta respuesta desproporcionada conlleva una fuerte reacción alérgica, que a su vez causa irritación de la piel, náuseas, dolor abdominal, opresión en la garganta, tos, ronquera e incluso problemas para respirar. Este interpreta que algunos alimentos son invasores del organismo.

Principales clases de intolerancia a los alimentos


Intolerancia a la fructosa (prevalencia 40-60% población España): alimentos como la fruta (fresas, manzanas, dátiles, melocotones, zumos de frutas recién prensados…) contienen un hidrato de carbono de absorción rápida denominado fructosa. A diferencia del resto de carbohidratos simples, la fructosa es un azúcar que se considera saludable para el organismo. Eso sí, únicamente cuando se toma de manera natural (por ejemplo, a través de una manzana o un zumo natural recién exprimido). Las limitaciones comienzan cuando la fructosa se añade de manera artificial. Sea como fuere, quienes padecen intolerancia a este azúcar deber evitar su consumo o, al menos, limitarse a tomarlo en contadas ocasiones. Los intolerantes a la fructosa carecen de la proteína encargada de trasladarla al torrente sanguíneo. Cuando sucede esto, la fructosa es absorbida por el colon y las bacterias intestinales las fermentan. Durante el proceso de fermentación de la fructosa, se producen síntomas molestos como las flatulencias, cólicos y dolores abdominales.

Intolerancia a la fructosa.

Intolerancia al huevo (3-5%): esta enfermedad suele tener su origen en la dificultad que presenta el organismo de algunas personas para digerir la yema o la clara del huevo. Es decir, hay personas que pueden tomar perfectamente la yema de huevo, pero no la clara. También puede suceder justo lo contrario: el organismo metaboliza sin problemas la clara, pero no la yema. No obstante, la mejor opción es dejar de consumir el huevo. De esta manera, sé evita al 100% cualquier complicación derivada de la intolerancia al huevo. Los síntomas de la intolerancia al huevo se manifiestas a través de la piel (urticaria, edema, hinchazón de labios, parpados…); el aparato digestivo (náuseas, diarreas…) y el respiratorio (tos, dificultad para tragar y respirar…).

Intolerancia a la lactosa(15-40%): la leche -y todos sus productos derivados- contiene la mayor parte de sus azúcares en forma lactosa. El organismo sintetiza este azúcar a través de la encima llamada lactasa, la cual está presente en el revestimiento interno del intestino delgado. Cuando una persona carece de la lactasa, su cuerpo no puede digerir la lactosa. Por lo tanto, su organismo no tienen más remedio que eliminar la lactosa por medio del intestino grueso. Es aquí donde surge el problema. Las bacterias del intestino grueso fermentan la lactosa, lo que desemboca en molestias como gases, flatulencias, vómitos, diarreas e hinchazón abdominal. Además, en el caso de los niños, la intolerancia a la lactosa también suele producir un aumento de peso insuficiente.

Intolerancia a los lácteos.

Intolerancia al gluten (1-3%): a la intolerancia al gluten se la conoce comúnmente como la enfermedad de los celiacos. Esta dolencia es el resultado de una reacción anómala del sistema inmunitario al gluten. El gluten es la proteína más importante que se encuentra en cereales como el trigo, la cebada, el centeno o la avena. Por lo tanto, quienes parecen intolerancia al gluten tienen que evitar o limitar la ingesta de productos como el pan, la bollería, los refinados de harina o la cerveza. Los celiacos presentan una malabsorción de nutrientes en su intestino delgado. A su vez, la malabsorción provoca diarreas, perdida de peso, de masa muscular, hinchazón abdominal e incluso anemia. En el caso de los niños, la intolerancia al gluten les impide un crecimiento y desarrollo adecuados de su organismo.

Intolerancia al gluten.

No hay cura para esta enfermedad. Lo ideal es evitar el consumo de estos alimentos. No obstante, la sociedad es cada vez más consciente de esta enfermedad. Las grandes compañías de alimentación están inundando los supermercados de alimentos sin gluten. Además, las opciones en restaurantes y pequeños comercios para celíacos van en aumento. Por lo tanto, lo único que debes hacer si padeces intolerancia al gluten es prestar atención al etiquetado. Comprobar que cada producto que compras lleva la etiqueta “sin gluten” bien señalizada.

¿Cuál es el origen de la intolerancia a los alimentos?


Ausencia o mal funcionamiento de determinadas enzimas: las enzimas son proteínas que se encargan de modificar la composición química de los alimentos. Es decir, su función es metabolizar los alimentos para que nuestro organismo los pueda aprovechar. Su carencia o mal funcionamiento deriva en las intolerancias alimentarias.

Absorción de nutrientes deficiente: es cuando el organismo es incapaz de absorber correctamente determinados azúcares, grasas, proteínas y vitaminas de los alimentos (malabsorción).

Daños en el intestino delgado: cuando la pared interna del intestino delgado está dañada, permite la entrada de sustancias nocivas en la sangre. Se cree que esta anomalía esta ocasionada por las dietas altas en alimentos procesados, la ansiedad, el estrés o factores emocionales.

Alimentos con aditivos: los alimentos que encontramos en los supermercados contienen aditivos, para poder conservarse durante más tiempo o tener una mejor calidad higiénica. Nos referimos a productos como los conservantes, saborizantes, colorantes o emulsionates. En su mayoría, estás sustancias que emplea la industria alimentaria son moléculas de síntesis. Es decir, no se encuentran en la naturaleza. Por ello, se consideran como extrañas para el cuerpo humano (xenobióticas). Al tratarse de sustancias artificiales, el organismo no las pueda eliminar, sino que las acumula en el hígado, los riñones, la piel o el tejido adiposo. Algunas personas pueden padecer intolerancia a las moléculas xenobióticas. Su cuerpo, al estar saturado de estas moléculas por su acumulación a lo largo del tiempo, comienza a reaccionar de manera protectora ante ellas, lo cual desemboca en intolerancias alimentarias.

Solución a la intolerancia a determinados alimentos


Dependerá de si se trata de una intolerancia crónica o transitoria:

Intolerancia crónica a determinados alimentos: no hay una cura para las personas que padecen intolerancia a ciertos alimentos prolongada en el tiempo. Lo único que se puede hacer en estos casos es identificar y eliminar aquellos alimentos que producen molestias en el organismo de la dieta.

Intolerancia alimentaria transitoria: la solución para esta enfermedad consiste en un tratamiento probiótico que aporta las bacterias necesarias para que el organismo pueda hacer la digestión de manera adecuada. Una vez que la flora intestinal este recuperada ya podremos consumir los alimentos de siempre.

Cualquier alimento puede provocar intolerancias alimentarias. Sin embargo, la mejor manera de prevenirlas es cuidar de nuestra flora intestinal y llevar una dieta saludable y equilibrada. Asimismo, es fundamental acudir a un médico para que este pueda verificar si las nauseas, vómitos, diarreas o gases, son producto de una intolerancia alimentaria u otra enfermedad. De todas maneras, esperamos que este artículo te haya permitido conocer más de cerca las intolerancias alimentarias y cómo paliar sus síntomas.